domingo, 14 de septiembre de 2014

De la sinceridad y sus defectos

Sinceridad. Del latín sincerus (puro, simple y sin doblez, no alterado en su naturaleza única) Es una cualidad de la naturaleza humana que presta a controversias desde el inicio del ser humano como comunicador mediante el habla.
¿Por qué demandamos la sinceridad tanto a los demás? ¿Para depositar nuestra confianza en ellos o para simplemente saber que no nos están engañando a nosotros?
En mi búsqueda por sinceridad en la vida me he encontrado con una gran verdad “A todos les gusta la sinceridad hasta que encuentran a alguien que la practica” y es así señores. A NADIE le gusta la gente sincera… podemos llegar a tolerarla con una sonrisa pero a la vuelta de la esquina estaremos despotricando contra ellos y eso que dijeron que tanto nos ofendió.

HIPOCRITAS.

Para probar mi punto voy a citar un par de frases que recopilé en la web con solo poner “SINCERIDAD” en mi buscador.

“Un poco de sinceridad es algo peligroso; demasiada sinceridad, es absolutamente fatal.” Oscar Wilde

“En los tratos entre los hombres la verdad, la sinceridad e integridad son de mayor importancia para la felicidad en la vida.” Benjamin Franklin

“Si no se aprende, la sinceridad se trueca en grosería; la valentía, en desobediencia; la constancia, en caprichoso empecinamiento; la humanidad, en estupidez; la sabiduría, en confusión; la veracidad, en ruina.” Confucio

En estas frases no encontramos más que contradicción y si bien hay una definición de sinceridad cuesta mucho verla como algo tangible, nunca somos objetivos, siempre se agrede al emisor en vez de pararnos a pensar las razones por las que se dice esto…
Hablar con alguien sincero es, al principio, algo sumamente shockeante porque va contra todo lo enseñado y aprendido  en nuestra vida. Si un pequeño comete una travesura, lo primero que se hace es obligarlo a confesarla y luego lo castigamos; en vez de demostrarle la suficiente confianza como para que venga a contárnoslo y sin temor de ser castigado.
En la adolescencia, para llamar la atención de otra persona siempre es mejor parecer mayor, tener experiencia, lo que nos lleva a mentir sobre la edad, sobre las experiencias de vida; en vez de simplemente ir con la verdad y esperar que la otra persona valore que le estamos regalando nuestras primeras experiencias en el mundo adulto.
En la juventud, al salir del secundario o recién graduados de la universidad nos vemos rechazados todos los días, curriculum a curriculum, por no tener experiencia ni antigüedad, lo que nos lleva a inventar trabajos inexistentes o a terminar atendiendo un local de ropa con amargura y frustración; en vez de simplemente saber que las empresas o lugares de trabajo no nos echarán en cara nuestra falta de vivencias catalogándonos de inútiles, sino que aprovecharán nuestro entusiasmo y ganas de aprender que son tan abundantes y efervescentes en los jóvenes de hoy y siempre.
Cuando estamos en pareja, las mujeres solemos hacer la temida pregunta “´¿cómo me queda?” Pero no la hacemos realmente para saber si nos es favorecedor o no, sino que la hacemos para que el otro nos pueda elogiar y decir cuan hermosas estamos a pesar que piense lo contrario, y luego nos quejamos que no nos dijo donde realmente estaba o por qué o qué hicimos mal para merecernos una infidelidad.
Y así como esos hay millones de ejemplos más, de como la dinámica de este mundo te arrastra a una vorágine abrumadora de mentiras, engaños y caras bonitas que por detrás solo llevan frustración y ganas de matar al primero que se cruce… Lo irónico de este asunto es que somos nosotros mismos los que hemos creado esta sociedad perfeccionista; como diría un mural por ahí “Cuanta discriminación en un mundo de imperfectos”
La pregunta siempre ronda mi cabeza ¿cuándo se decidió que complacer al otro era mejor que ayudarlo a mejorar? Porque estoy de acuerdo que hay gente que se aferra al cartel de “soy sincero” para ser brutal y cruel, pero la sinceridad pura, hecha desde la caridad sirve para ayudarnos a mejorar, para ayudarnos a volver al camino, para volver a establecer los vínculos con el otro, esos, los vínculos, que son tan hermosos e indispensables para nuestra vida…
Después de todo los vínculos sinceros son los que se quedan cuando las máscaras se van y después de todo ¿no es eso lo que queremos?


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