Sinceridad.
Del latín sincerus (puro, simple y sin
doblez, no alterado en su naturaleza única) Es una cualidad de la
naturaleza humana que presta a controversias desde el inicio del ser humano
como comunicador mediante el habla.
¿Por qué
demandamos la sinceridad tanto a los demás? ¿Para depositar nuestra confianza
en ellos o para simplemente saber que no nos están engañando a nosotros?
En mi
búsqueda por sinceridad en la vida me he encontrado con una gran verdad “A
todos les gusta la sinceridad hasta que encuentran a alguien que la practica” y
es así señores. A NADIE le gusta la gente sincera… podemos llegar a tolerarla
con una sonrisa pero a la vuelta de la esquina estaremos despotricando contra
ellos y eso que dijeron que tanto nos ofendió.
HIPOCRITAS.
Para probar
mi punto voy a citar un par de frases que recopilé en la web con solo poner
“SINCERIDAD” en mi buscador.
“Un poco de
sinceridad es algo peligroso; demasiada sinceridad, es absolutamente fatal.”
Oscar Wilde
“En los
tratos entre los hombres la verdad, la sinceridad e integridad son de mayor
importancia para la felicidad en la vida.” Benjamin Franklin
“Si no se
aprende, la sinceridad se trueca en grosería; la valentía, en desobediencia; la
constancia, en caprichoso empecinamiento; la humanidad, en estupidez; la
sabiduría, en confusión; la veracidad, en ruina.” Confucio
En estas
frases no encontramos más que contradicción y si bien hay una definición de
sinceridad cuesta mucho verla como algo tangible, nunca somos objetivos,
siempre se agrede al emisor en vez de pararnos a pensar las razones por las que
se dice esto…
Hablar con
alguien sincero es, al principio, algo sumamente shockeante porque va contra
todo lo enseñado y aprendido en nuestra
vida. Si un pequeño comete una travesura, lo primero que se hace es obligarlo a
confesarla y luego lo castigamos; en vez de demostrarle la suficiente confianza
como para que venga a contárnoslo y sin temor de ser castigado.
En la
adolescencia, para llamar la atención de otra persona siempre es mejor parecer
mayor, tener experiencia, lo que nos lleva a mentir sobre la edad, sobre las
experiencias de vida; en vez de simplemente ir con la verdad y esperar que la
otra persona valore que le estamos regalando nuestras primeras experiencias en
el mundo adulto.
En la
juventud, al salir del secundario o recién graduados de la universidad nos
vemos rechazados todos los días, curriculum a curriculum, por no tener
experiencia ni antigüedad, lo que nos lleva a inventar trabajos inexistentes o
a terminar atendiendo un local de ropa con amargura y frustración; en vez de
simplemente saber que las empresas o lugares de trabajo no nos echarán en cara
nuestra falta de vivencias catalogándonos de inútiles, sino que aprovecharán
nuestro entusiasmo y ganas de aprender que son tan abundantes y efervescentes
en los jóvenes de hoy y siempre.
Cuando
estamos en pareja, las mujeres solemos hacer la temida pregunta “´¿cómo me
queda?” Pero no la hacemos realmente para saber si nos es favorecedor o no,
sino que la hacemos para que el otro nos pueda elogiar y decir cuan hermosas
estamos a pesar que piense lo contrario, y luego nos quejamos que no nos dijo
donde realmente estaba o por qué o qué hicimos mal para merecernos una
infidelidad.
Y así como
esos hay millones de ejemplos más, de como la dinámica de este mundo te
arrastra a una vorágine abrumadora de mentiras, engaños y caras bonitas que por
detrás solo llevan frustración y ganas de matar al primero que se cruce… Lo
irónico de este asunto es que somos nosotros mismos los que hemos creado esta
sociedad perfeccionista; como diría un mural por ahí “Cuanta discriminación en
un mundo de imperfectos”
La pregunta
siempre ronda mi cabeza ¿cuándo se decidió que complacer al otro era mejor que
ayudarlo a mejorar? Porque estoy de acuerdo que hay gente que se aferra al
cartel de “soy sincero” para ser brutal y cruel, pero la sinceridad pura, hecha
desde la caridad sirve para ayudarnos a mejorar, para ayudarnos a volver al
camino, para volver a establecer los vínculos con el otro, esos, los vínculos,
que son tan hermosos e indispensables para nuestra vida…
Después de
todo los vínculos sinceros son los que se quedan cuando las máscaras se van y
después de todo ¿no es eso lo que queremos?