Me abrazó, me besó delicadamente en la frente y tomó mi barbilla para
que lo mirara. No era algo que quisiera hacer porque sabía el efecto que tenían
en mí tus ojos. Y caí de nuevo.
— No -susurré débilmente mientras él secaba mis lágrimas con sus
pulgares- por favor, no -supliqué en sollozos-
Sin hacer caso a mis suplicas inclinó su cabeza y atrapó mis labios en
un beso suave, tierno. Lloré en ese beso porque tenía sabor a despedida y a
"tengo ganas de ti" tenía mezclados el amor y el odio que nos tenemos
haciendo de este beso tan necesario y tan adictivo como lo es para nosotros
tenernos en la vida del otro.
— No me dejes -me pidió al separarnos y apoyar su frente en la mía- por
favor no.
— No te entiendo. No nos
entiendo. ¿Cómo podemos seguir así? ¿Lastimándonos? No nos hagas esto de
nuevo -le rogué- No creo ser capaz de soportarlo
— Ángel -mi sobrenombre elegido por él siempre me haría temblar, aunque
el frío tal vez tenía que ver- Sabes como será. Sabes que te irás o me iré pero
que volveremos a arrastrarnos hacia el otro. Por favor evitamos el sufrimiento.
Tenía sus manos en mi cintura, y me estrechaba contra él cuando una
ráfaga de viento helado me hacía estremecer. Y estábamos ahí, esperando.
Esperando que algo hiciera ceder al otro, esperando a caer. Solo que esta vez,
no quería ser yo.
— Tengo que irme -dije al fin-
Por respuesta él acercó su nariz a la mía y la rozó suavemente.
— ¿Te veo mañana? -preguntó perezosamente-
— Por favor -dije mirándolo a los ojos aunque me costara la vida- sabes que
no.
— Áng...
— NO -le corté- ya dije que basta, no puedo seguir matándonos de esta
forma
— Pero si puedes matarnos alejándote ¿verdad? -me preguntó herido, apretando
bruscamente el agarre en mi cintura -
— Ya lo hemos intentado antes y no ha funcionado. Debemos terminar con
esto, ¿qué no lo ves? Nos amamos, pero nos lastimamos ¡Y NO ES JUSTO!
¡NO LO ES! ¡Se supone que amarte debería hacerme sonreír! No llorar hasta
dormirme, no estar en guardia todo el tiempo porque no sé cuando viene la próxima
herida...
Había comenzado mi discurso enojada, furiosa por su renuencia a dejarme
ir, pero lo terminé en voz baja y sollozos...