jueves, 25 de abril de 2013

Quiero...


Quiero un hombre que me devuelva la capacidad de soñar, uno que me haga sonreír sin proponérselo y que nadie pueda arrebatarme la sonrisa de idiota de mi cara.
Quiero a alguien que sea capaz de soportar mis locuras con una sonrisa, que entienda que es fundamental para mí acostarme en el pasto a mirar las nubes pasar, o a contar las estrellas.
Quiero que sepa que abrazarme es lo mejor que puede hacer en cualquier situación, en la tristeza, el llanto, la alegría o la felicidad… que mirarme a los ojos y decirme como se siente es algo fundamental.
Quiero que entienda que mi mente no funciona igual que la de los demás, y que muchas veces me contradigo, pero eso es porque aún estoy aprendiendo a valorar mis propias opiniones y a sostenerlas, haciéndome cargo de las consecuencias de ellas.
Quiero a ese chico que sea capaz de ver lo más oscuro que hay dentro de mí, eso que me avergüenza y que aborrezco, y aún así me elija. No busco que sus demonios se complementen con los míos, ni que los ahuyente. Pero si lo amaría si me ayuda a enfrentarlos y a integrarlos a mi ser.
Quiero a esa persona que pueda comprender el amor que le tengo a los jóvenes y a Dios, que pueda ver que esa es mi vocación y que voy a seguirla hasta el final. Que no intente apartarme de ella, sino que se integre a ella y los dos podamos ser felices con esa misión.
Quiero que comprenda que soy una loca desquiciada, algo egoísta, que me gusta tener siempre la razón, verborrágica crónica, sarcástica, sin filtro, boca sucia, pervertida, ocultamente tierna, romántica hasta el hueso aunque me empeñe en negarlo y un completo y verdadero desastre.
Quiero que me sorprenda cada día con locuras, y gestos vomitivamente románticos que por más que le diga “¿cómo vas a hacer eso?” Internamente lo estoy amando y le voy a seguir la corriente, porque también es lo que yo quiero.
Quiero a alguien que me deje conocerlo entero, de pies a cabeza, que pueda mirarlo y saber qué es lo que piensa, que lo vea hacer un gesto y ría, porque ya sé que es lo que quiere decir… también quiero que me deje ver su lado oscuro y me deje elegirlo cada día, para construir un futuro juntos.
Quiero a mi lado a un chico que pueda elegir amar todos los días, pero por sobre todo de un chico que me llegue a mi alma tan profundo, que haga que mis defensas bajen y de una vez por todas me deje amar de verdad.
Así que si te vas a enamorar de mí, te lo advierto: Te vas a estar enamorando de mis miedos, de mis constantes inseguridades, de mis millones de dudas diarias, de mi total y completa inmadurez, de una persona que necesita que siempre la hagan sentir especial, te vas a enamorar de mi no tan memorable pasado, de mis esperanzas y sueños nuevos, así como también de mis sueños rotos, de mis metas inalcanzables pero de las alcanzable también, de mis ilusiones, de mi anhelo de cambiar al mundo, de mis incoherencias, de mis días de amargura, de felicidad, de tristeza, de preocupación, de mi enojo e idiotez, de mi histeriquismo incansable. Te vas a estar enamorando de mi mirada sincera y transparente, de mi sonrisa y mis sonrojos de idiota enamorada, te vas a enamorar de cada gesto asquerosamente cursi que haga por y para vos, de las estupideces que voy a decir sin cansancio para hacerte sonreír. De los cuentos o intentos de poesía que voy a escribir en las noches de desvelo pensando solamente en vos. Pero ¿sabés qué? Para mí lo más importante es que te estarás enamorando de mí, y eligiéndome cada día  a pesar de que pensé que sería imposible…


miércoles, 3 de abril de 2013

Recuerdos...



Todavía recuerdo que lo dijiste despacito, en voz baja… como si contarlo fuera el más vil de los pecados. Lo pronunciaste mientras ambos estábamos recostados mirando las estrellas, y lo contaste mirándolas, porque mirarme a los ojos sería demasiado.
En ese momento mis ojos se llenaron de lágrimas y sólo puede hacer lo que cualquier ser humano haría; me acerqué hasta vos y recosté mi cabeza contra tu pecho, abrazándote fuertemente y dándote el consuelo que no recibiste en años. Tu corazón latía sin descanso contra mi oído y yo intentaba consolarte de una forma que no conocía, porque ambos éramos nuevos en esto. Yo no podía entender porque callaste durante tanto tiempo, y tú no podías comprender que no era algo que esconder, que era parte de tu pasado y que había que asimilarlo… ¿lo habrás hecho?
A veces el mundo me plantea o estúpidamente me planteo la idea de volver a amar… pero entonces recuerdo esa noche, o cualquiera de nuestros escasos recuerdos felices y simplemente la idea no entra en mi cabeza. Esa noche te abracé con amor, intenté hacerte saber que no estabas solo, que ahora me tenías a mí, aunque no lo quisieses. Cuando mis labios pronunciaron las dos palabras más usadas en la historia del mundo fueron en serio. MUY EN SERIO. Las había meditado antes, las había asumido y había aceptado que ese era mi destino como un condenado a muerte que ya no tiene escapatoria. Entonces cuando me vuelvo a plantear la idea de amar por un momento tiene lógica pero al siguiente es ridícula por este simple hecho ¿cómo abrazar a alguien con la misma ternura que lo hice con vos? ¿Cómo mirar a los ojos a otra persona con el mismo sentimiento? ¿Cómo volver a pronunciar de nuevo esas sacrílegas palabras sin sentir que carecen de sentido? Perdón por ser tan idiota y masoquista. Perdón por sentir esto que siento tan verdadero y no poder apartarlo de mi camino como vos me apartaste a mí. Perdón por cansarte con mis palabras y agobiarte continuamente con este sentimiento. Pero no tengo más que las palabras ahora que me alejaste de tu vida. Dios santo te extraño tanto… “Te quiero pero no te lo digo” ¿qué clase de chiste de mal gusto es ese? Sé que decís que te desvalorizo tus sentimientos, pero si al menos sintieras una milésima parte de lo que yo siento por vos, no podrías estar alejado como lo estás, porque estarías igual que yo, en esta agonía infinita, sentirías constantemente este vacío que no me deja vivir plenamente… ¡Si me quisieras no podrías estar sin demostrarlo! Así que perdón si pongo en tela de juicio tus palabras. Perdón si no sé entenderte, pero la vida me ha mostrado que los sentimientos tarde o temprano se manifiestan, muy a pesar nuestro. Ellos son los que prevalecen sobre todo porque es lo que somos en esencia. Es por eso que no puedo comprenderte, perdón por no poder hacerlo aun habiendo llegado a ser la más cercana a vos.
Es por eso que me mata tener que caminar alejada de vos, sólo poder tener pequeños destellos de tu vida, y ver que a pesar de que sonríes, sigues incompleto, seguís buscando sin sentido ni dirección. ¿Tenés idea de lo que me parte el alma saber que vamos a estar lejos siempre? ¿Lo mucho que odio la ceguera? ¿Cómo detesto a tu pasado el haberte vuelto tan insensible, tan incapaz de ver?
Perdón por seguirte llorando, perdón por amarte de la manera en que lo hago. En serio, fue algo que nunca busqué. Perdón por llorar frente a tu autodestrucción y por consiguiente la mía… ¿Existen los finales felices amor mío? ¿Existe el destino? ¿Existen las almas predestinadas a estar juntas? ¿Algún día se desvanecerá esto que siento al punto de poder unir mi vida a alguien que no seas vos? ¿La vida es así de cruel? ¿Nuestro pasado nos va a definir siempre?
Espero que a donde sea que la vida te lleve te haga feliz, porque eso es todo lo que siempre he soñado para vos, verte sonreír sin esa sombra que cubre tus ojos, que alguien con la suficiente sensibilidad te mire directo a los ojos y vea a al hombre maravilloso que sos, feliz y pleno, y no al hombre en llamas que soy capaz de vislumbrar y que sabés esconder tan bien. De verdad espero y rezo porque consigas eso en tu vida, porque de eso se trata el amor, de querer la felicidad del otro más que nada.
No me pidas jamás que deje de escribirte, porque moriría ahogada en las palabras que no puedo pronunciar, dejame escribirte e inmortalizarte en estos escritos, que alguien alguna vez los lea y que sepan que hubo una vez una chica que creyó y apostó por el amor verdadero, por el eterno; aunque eso la haya matado. Dejá que la gente se entere que fuiste el hombre de mi vida, que me hizo crecer y me destrozó en partes iguales, que sos un hombre maravilloso que la vida le mostró las opciones equivocadas. Me gustaría que alguien pudiera verte como yo lo hago; que vea a tu yo verdadero…ese que me llevó un año entero de paciencia descubrir y que llevo tres años amando… dejame escribirte aunque eso te atormente, dejame expulsar un poquito de mis propios demonios porque adentro mío se hacen insoportables.
Me gustaría que estés donde estés, sea el año que sea, aunque sea por unos segundos venga a tu mente la noche que te dije por primera vez “te amo” y sientas la verdadera sinceridad de esas dos pequeñas palabras que contienen tanto. O que recuerdes la vez que te dije por la ventanilla de un colectivo “siempre voy a estar ahí para vos”, o tal vez pase por tu memoria esa tarde de reconciliación en la que te regalé un libro y terminamos en un despiadado ataque de cosquillas. O que vengan a tu cabeza las palabras “te elijo a vos” cuando tenía que tomar una decisión y tu respuesta que fue “quiero volver a ser tu ángel” ¡Si supieras que nunca dejaste de serlo!. ¿Rememorarás aquella noche en córdoba bajo la luz de la luna, en la que yo te pedía que despertaras y no podías hacer más que callar? También está aquella vez que volvíamos en un colectivo de larga distancia y me sostenías entre tus brazos repitiéndome “te he extrañado” y yo no dejaba de arrepentirme por haberte dejado. ¿Te acordarás alguna vez de cuando volvíamos de la universidad conversando de todo y de nada mientras poníamos nuestras vidas bajo la perspectiva del otro? ¿Te removerá algo en tu interior volver a leer el cuento que es solo tuyo? ¿Te conmoverá el recuerdo de nuestras tardes en mi casa, tirados en mi cama, tirados en la plaza cercana con la risa de los niños, o simplemente mirando el cielo y haciendo confesiones que sólo el otro sabe? ¿No recuerdas aunque sea una sola vez ese momento que frente a Dios me dijiste que no volverías a alejarte?
¿Te atormentarán los recuerdos como lo hacen conmigo?
Te extraño Ángel, siempre lo hago, en la cercanía, en la lejanía, en los momentos alegres y en los tristes… ¿qué pasará con vos?
El tiempo ya no me parece suficiente respuesta para esto…